Para mi blanca Blanca
A la blanca luna
y a la niña Blanca
al nácar ajado
y al sabor a caña
a la negra suerte
y a la gris azaña
de dejarnos vivos sin tener a Blanca;
a las pozas tiempo,
alas a las almas
llamas a las velas que por ella enciendo
-en cualquier iglesia,
en cualquier estancia-
sin que sepa a falta,
que, sin ser pecado, suena a sacrilegio,
que por ser sacrílego,
ella aún me salva.
A las pozas tiempo,
a los pozos agua.
Viento a las raíces,
también a sus ramas,
también a mi Blanca
de tan blanca alma.