domingo, enero 15, 2017

Para mi blanca Blanca


En su octavo (y un día) post-cumpleaños

A la blanca luna
y a la niña Blanca
al nácar ajado
y al sabor a caña
a la negra suerte
y a la gris azaña
de  dejarnos vivos sin tener a Blanca;
a las pozas tiempo,
alas a las almas
llamas a las velas que por ella enciendo
-en cualquier iglesia,
en cualquier estancia-
sin que sepa a falta,
que, sin ser pecado, suena a sacrilegio,
que por ser sacrílego,
ella aún me salva.

A las pozas tiempo,
a los pozos agua.
Viento a las raíces,
también a sus ramas,
también a mi Blanca
de tan blanca  alma.



οντος de la φάλαινα*

Y somos ballenas varadas en el cielo
que llenan de sombra nuestros cuerpos,
y fuimos ballenas en los sueños y en las piedras
que abortan como subproductos del diamante,
y seremos ballenas en los barros
y en la escama que resulta microscópica:
nunca fue el ser ballena cosa del tamaño,
nunca fue el ser ballena cosa del talento.

Sólo se es ballena
cuando resulta irrenunciable.



(*) Ontología de la ballena, o de la irrenunciabilidad al serlo.

domingo, enero 08, 2017

Juntos en el sueño, armados en el llanto

No dormir de abrazos
no dormir de arañas
no dormir de látigos
no dormir de lámparas

no dormir como quien dormita una tarde de un verano
no dormir en la vereda
no dormir en el barranco
no dormir entre las peñas
no dormir como quien vomita sueños en los páramos

no dormir a vuelapluma
no dormir a tinta ni a tinajas
no dormir a saltos
no dormir de saldo.

No dormir como quien se nutre.
No dormir como quien descansa.
No dormir como el que sueña.
No dormir como el que alcanza.

Dormir a manos llenas porque no queda otra salida.
Dormir rezando un ateísmo.
Dormir porque te vencen las ausencias.
Dormir porque deseas velar la muerte de los sueños.
Dormir de branquias y de espinas.
Dormir de estómago, y de llanto.


Entre tus nalgas y lo escrito

Cuando la juventud se esconde entre los años
los ojos parecen ser su resistencia:
mirar, amar, como si aún tuvieras fuerza,
cómo si el latido aún fuera suficiente,
cómo si la pérdida resultara soportable,
como si los vivos supieran de los muertos algo más que el nombre de su sabor a tierra.

Como si tus nalgas aún tuvieran tacto.
Como si mis manos aún tuviesen la capacidad del tacto.
Como si tus labios aún tuviesen besos.
Como si mis dientes aún mordieran labios.

Como si lo escrito fuera sólo silencio.
Como si lo callado sólo sea lo escrito.