jueves, julio 30, 2015

Complicadamente inútil




Bebo para desestructurar
el mundo
que me muestras

0-0

Podría escribir más
pero hace tiempo,
como hace calor
o hace cansancio.

0-0

Luces con tus tetas brillantes
antes de la luz del ocaso.

Sería una situación
como otras tantas
si no me miraras de esta forma

0-0

En este rincón hay una esquina:
no es novedad
pero sí distrae en la escena:
el calor, tu piel y no anochece


0-0

Tampoco es divisible nuestra historia
 en tantos primos

0-0

No es soledad,
es otra cosa,
porque su dolor
ni siquiera molesta.

0-0

Meto poemas en los bolsillos
como si echara cacahuetes a los monos.

A estas alturas
me cuesta distinguirme.

0-0

Ante una pata de jamón
voy y me pierdo...
Relato en grasa disecado.

0-0

En el último papel estoy escribiendo.
Tampoco quiero darle mucho pábulo.




martes, julio 21, 2015

Corazón orfanado a la blasfemia

Para An, en casi una década


Cuando llegan las fechas que el olvido señala
me invade la inquietud que teme a las sirenas:
¿sabré expresarme
o me devorarás antes de que pueda ni intentarlo?

A menudo la respuesta ha sido no
y me abduces infiltrando tus cabellos en mis capilares

-horma que no consigue apaciguar al viento,
sello que no confina las ideas,
descripción que no consigue ser paisaje,
amor que, como el herpes, reaparece-

para hacerme brillar como si fuera oro
hasta el que mar turquesa
me invade por tus ojos
con su marea que convierte en hábito
la reconstrucción de los vestigios
que andan orfanándose a sus causas
en la maraña que, el despertar,
entreteje a la blasfemia.








miércoles, julio 15, 2015

"Las diez de últimas"

A Javier Krahe, in memoriam
Me vais dejando sólo
y cada vez estoy más desamparado.

Ser espejo que refleje la luz con la que iluminasteis mi vida
tuvo el mérito de entrenar mis ojos.

“Las diez de últimas”
Un gran dolor que fueras certero.








Post scriptum A Mar Syvok



Al final va a ser cierto que será una muerte cierta en un entierro virtual del que ya tuve un grave ejemplo. Como cuándo César Vallejo escribió:


"Moriré en París con aguacero
en  un día del que ya tengo el recuerdo"


Quisiera decirte que nunca sé cómo dilapidar las pérdidas, porque administrarlas me parece una grave falta de respeto, cómo tirar la casa por la ventana cuando el instinto es cegarlas con madera, en ese temor del campesino al pedrisco o a la sequía. En el afán inexplicable del que la tergiversación del recuerdo da un punto de luz a la agonía cuando el viento ignora a la cebada y la deja inerte. ¿Cabe, acaso, mayor desprecio?

Se nos murió Javier y ¿quién lo entiende?

Un templo de niebla en la bahía.