domingo, diciembre 09, 2012

Afuera del polvo




Cogía de las estanterías un libro tras otro. ¿Por qué nadie decía nada? ¿Por qué no
alzaba nadie la voz por encima de la de los demás?

Jhon Fante, Prólogo de “Pregúntale al polvo”


Confundimos la voz con nuestro tono. Confundimos el polvo con nuestros desechos. O con nuestros anhelos.

Confundimos el polvo.

La desesperación se ha enterrado en muchas calles, en muchos arcenes, en definitiva, bajo poca tierra.

Supongo que nunca nadie habrá estimado el número de metros cúbicos de tierra necesarios para enterrar a los disidentes en los últimos cien años. Seguro que -por mero crecimiento vegetativo- es más del volumen necesario para enterrar al resto.

Supongo que el polvo no sabía demasiado para responder preguntas cuando “nadie decía nada”.

Publicar y decir eran cosas distintas.

Ahora, empieza a ser lo mismo. 

Aunque resulte igual.


1 Comments:

Anonymous Anónimo dijo...

No se decir otro nombre..
siempre el tuyo.

Feliz dia.

16/1/13, 3:56  

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