domingo, abril 27, 2008

Aclaración familiar

No suelo resolver la ambigüedad de lo que escribo: muchas veces la busco porque creo que la belleza radica en la interpretación que cada uno hace de lo que lee. De hecho muchas veces he pensado que escribir un poema es un intento de sintetizar ambigüedad.

Pero la cosa cambia de forma radical cuando hay personas que pueden interpretar de otra manera lo que uno ha escrito y, tal interpretación, puede causar desasosiego.

En el poema anterior, invitaba a pasar a esa sensación de desamparo que a todos nos es una vieja conocida. Es dicha sensación la que me mira con ojos de perro, como diría Miguel Hernández: "siempre a su dueño fiel pero importuno". Tan sólo que yo no soy su dueño. Ni ella el mío.