jueves, febrero 28, 2008

Nunca lo ha hecho

No me duele su felicidad. Nunca lo ha hecho. Negar en lo que nos hemos convertido resultaría tan necio como negar lo que fuimos. Las palabras cruzadas, las intenciones, incluso la (ahora) aparente ingenuidad en la esperanza de un futuro, existieron y forman parte del bagaje emocional que nos moldea, se imbrican en lo que somos como las raíces se hunden en la tierra.
En mí, las formas de amar son fruto de las personas que he amado, todas distintas, todas semejantes. Ninguna reemplaza a otra ni la niega, sólo habita una porción de tiempo en el que nos hemos extasiado. Luego, la aspereza del mundo exige su tributo e impone su corteza. Pero la negación de lo hermoso no sería más que un paso hacia la nada. Y desde aquí, desde lo que llamáis nada, vuelvo una y otra vez, con la obstinación de Sísifo, a construir esperanzas con cenizas, a no temer el dolor venidero, a volver a emocionarme con la tensión de descubrir un alma y desvelar un cuerpo.
No me duele su felicidad. Nunca lo ha hecho. Pero déjanos en paz, como se deja a los muertos.




      Wia,   Wim Mertens

2 Comments:

Anonymous Anónimo dijo...

muy bello y sincero..

29/2/08, 2:54  
Blogger ybris dijo...

La felicidad pasada duele por pasada pero deja sus huellas por felicidad.
No debe doler.
Somos lo que fuimos y lo que ahora tenemos.
Y la obstinación con que nos enfrentamos al futuro.

Abrazos

29/2/08, 6:53  

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