De vidas y caminos
Disminuido el dolor que enmudece y desorienta,
cuando la realidad parece de nuevo soportable,
renace el rumor antiguo que te guía:
sigues tus pasos para alcanzar tu muerte
sintiéndote digno de tu vida.
En los momentos de desamparo, cuando la realidad se convierte en pesadilla, todos buscamos motivos racionales para sobrellevarla, pero raramente se encuentran. Por ello, cualquier acto que nos procure la sensación de que nuestra angustia está justificada y consiga sublimarla es lícito.
Aunque sea ilusorio.
Aunque sea nada
En realidad lamentaría no leer lo que casi no he escrito.
Textos y fotografías originales de
Carz
Esta carta tiene una descripción de la música que aún no has escuchado.
Estás sentada en una colina desde la que divisas un horizonte llano mientras el sol se pone. Una ligera brisa fresca roza tu cara sin que sientas frío mientras se divisan las primeras estrellas.
Una pregunta compone tu percepción del mundo, aunque no sabes cómo plantearla: es demasiado difusa y necesitas del conocimiento de todo un pueblo con el alma trágica del refugiado. Y también de su música.
La paz y la melancolía cuelgan del cielo y perfuman el aire con aromas de sahumerio, hasta que, ligeras, brotan tus lágrimas mientras una sensación de vacío te anida en el estómago. Sabes de la vida por sus aristas y su corteza, pero has vislumbrado también su piel de agua. Y dudas, mientras desaparecen las últimas sombras.
Y aflora lo que siempre supiste: un abrazo del ser preciso te devolverá el consuelo más allá de cualquier duda, traspasando tu piel hasta un lugar más ancho donde, por un momento, te sentirás en casa.
Así, más o menos, suena la música que aún no has escuchado.