lunes, marzo 26, 2007

El quinto de Euclides

Para Ybris.

Durante mucho tiempo los geómetras intentaron demostrar el quinto postulado de Euclides: “por un punto exterior a una recta sólo puede trazarse una paralela” basándose en el resto de sus propios postulados, pero fracasaron. El quinto de Euclides es arbitrario, y de hecho, define un espacio plano. Se puede postular que por un punto exterior a una recta no pasa ninguna paralela (Riemmann) y se obtiene un espacio esférico (mas precisamente elipsoidal) o postular que pueden trazarse varias (Lobachevsky) , en cuyo caso se obtiene un espacio hiperboloide.
Desde que recuerdo, he sido una persona a la que le interesaba el conocimiento de las esencias de las cosas. Mi inclinación era la física teórica, pero pronto comprendí que si la estudiaba tendría que dedicarme a otra cosa, así que opté por estudiar algo relacionado y que me permitiera dedicarme a ello en mi quehacer profesional. Y así ha sido.
Ya en mi trabajo, tardé un tiempo en averiguar cuál era mi habilidad real, mi campo de destreza, pero concluí que era el pensamiento lateral: yo no era capaz de seguir el pensamiento de otros y avanzar en él, al contrario, mi habilidad radicaba en crear nuevos caminos, plantear nuevos problemas y utilizar mi capacidad para crear soluciones basadas en los conocimientos que tenía, ligándolos mediante analogías.
Una de esas elucubraciones me llevó a pensar que la felicidad de una persona consiste, entre otras cosas, en su capacidad de rebelión y aceptación. Los caminos de la rebelión y aceptación pueden considerarse rectas paralelas. Para las personas euclidianas estas rectas nunca se cruzan, y permanecen en un estado esquizofrénico porque sus avances no convergen a un todo. Para las personas Riemmannianas, las rectas de aceptación y rebelión se intersectan y, en ese punto, se produce un avance vital porque han modificado su concepción del mundo con la rebelión y han conseguido aceptar su estado.
Antonio Machado, a parte de un gran poeta, me parece una persona Euclídea “yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas”. Yo aspiro a ser riemmanniano, a vivir en rebelión y aceptación entrecruzadas.
Te dejo para ti, amigo Ybris, la interpretación de las personas lobachevskyanas.
Y un abrazo, claro.

2 Comments:

Anonymous Anónimo dijo...

Vaya. No he podido llegar antes aquí por falta de tiempo.
Te he leído con curiosidad y con un alto grado de identificación en cuanto se refiere a ese impulso de establecer las propias bases -los espacios- sobre los que asentar nuestras convicciones, nuestros comportamientos y, por ende, nuestros caminos.
Me gusta que establezcas las rectas de tu espacio como aceptación y rebelión.
Y te agradezco también que me hayas dejado un espacio hiperbólico donde poder establecer -más que una lucha constante y hegeliana por lograr una síntesis entre tesis y antítesis- un camino de acercamiento eterno y asintótico entre cualquier forma de recta-camino y recta-ideal.
Me identifico así con la marcha indefinida en que jamás la rebelión llegará a la aceptación pero encuentra en su eterno acercamiento la razón de ser de su felicidad.
Y será entonces no la certeza de Aquiles venciendo a la tortuga sino:
el ansia de contacto
la tortura de Tántalo del beso
imposible,
inalcanzable, eterno.

(Me ha parecido demasiado complicado este diálogo para ponerlo como entrada en mi blog, pero ya te dije que te admiro por tu profundidad y por lo que me haces pensar.
Quede aquí parte de eso que me has hecho pensar)

Un fuerte abrazo.

27/3/07, 4:56  
Blogger Edu Solano Lumbreras dijo...

Sonrío. Y esperaré a oír tu cuestionamiento de la concepción eleática del tiempo en antes ahora y después para acabar riendo a carcajadas.

Bastante lobachevskiano el espacio de mi vida a juzgar por mi experiencia propia.

Y cuanto más me acerco a la vida, más lejos la vida está de mí.

Y yo soy de los que me pierdo en todos los caminos. Absorto por una peculiaridad cualquiera del paisaje.

18/4/07, 9:32  

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