viernes, junio 02, 2006

Ahora siempre es hoy

Muchas veces nos dijimos que “siempre es hoy” o que lo que importa es el “ahora”. Y durante mucho tiempo el “ahora” consistió en compartir fotografías, canciones, poemas, sonrisas, miradas y deseos. Consistió en ir constatando que un vínculo muy íntimo nos unía (me atrevería a decir “mágico”, pero sólo ella entendería la razón). Esa sucesión de “ahoras” nos llevó a encontrarnos y a convivir unos días y entonces los “ahoras” grabaron a fuego unos lazos en nuestros corazones: no necesitábamos nada más, no envidiábamos a nadie, imaginamos nuestras vidas discurriendo plácida e intensamente en el entorno de una cabaña, amándonos con la naturalidad y la plenitud dignas de un santo en éxtasis y también con una pasión que fluía sin rubor alguno pues todo era tan natural como necesario.

Pero llegó la separación, que iba a ser un hasta luego. No recuerdo una despedida más dolorosa, nos miramos largo rato a través de un vidrio diciéndonos “te amo” en silencio. Nunca imaginé que sería la última vez que la vería.

Durante un tiempo los “ahora” consistieron en matear por las mañanas, despedirla cuando se iba de casa, vernos y cuidarnos todo lo posible hasta el reencuentro, pero la presión de la tristeza y la angustia se cernió sobre nosotros: yo entré en un estado depresivo profundo que requiere tratamiento médico y creo que ella también se vino a bajo emocionalmente por sucesivos reveses personales.

Desde hace un tiempo el “ahora” consiste en silencios, reproches mutuos, reencuentros cada vez más breves, nuevos silencios y nuevos reproches y quizás yo no he sabido ver que ésa es su elección: la del silencio. Quizás mi necesidad de ella me ha cegado y no me ha permitido respetar su decisión de mantenerse en silencio y, aunque también me ha movido la sincera creencia de que podía ayudarla, lo cierto es que he intentado cambiar su decisión, y eso no es digno de una persona enamorada. Por eso le pido perdón.