martes, julio 12, 2005

Cantina

El día comienza a visitarnos
tras el contraluz de tejados y de antenas,
tras otra de estas noches
inmersas en lo absurdo.

Educadas en colegios celestiales,
se despiden cortésmente las últimas estrellas
-que ya apenas se distinguen-
cansadas de esta luz amarilla,
apergaminada y sucia,
de las farolas mercuriales
que tan agrios recuerdos atesoran:
Amargas despedidas
en áridas estaciones
de trenes y autobuses
insomnes y desabridos.
Lo recuerdo: también lloraba entonces.

Yo, tal vez, quisiera retirarme
pero estoy anclado en la cantina
con un viejo compañero de fatigas:
De nuevo la sobria dignidad de la amargura
se refleja en la roja ebriedad de nuestros rostros.

El frío cauteriza las calles ahí afuera,
y parece esperarme con terribles promesas.
Resistiré su embate
con una nueva copa
que aumente la sensación interna de vacío.


2 Comments:

Blogger Mar dijo...

Es un extraño modo de amanecer,
con el vacio amarrado a las entrañas.

Muy triste, Carz.
Hermoso pero muy desalentador.

Mar :**

12/7/05, 10:37  
Blogger UMA dijo...

Un fluir de palabras suaves (magnètico,y sencillamente descriptivo) tus palabras hechizando, creo que hasta tomè unas copas contigo...me sumerge, si, me has llevado a esa cantina."Lo recuerdo: tambièn lloraba entonces."
"Resistirè su embate
con una nueva copa
que 'atempere' la sensaciòn interna de vacìo".

12/7/05, 15:15  

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