martes, mayo 17, 2005

Geranios

La niñez nos recuerda
que tuvimos tiempo para hacernos libres
y que, al final, erramos el camino.
Amamos volver a lo imposible,
cruzar el tiempo a lomos de las lágrimas,
embalsamar con besos las derrotas
y con versos hacerles los sudarios.

Porque el sabor que tuvo el chocolate
no volverá a repetirse en nuestra boca,
y porque el temblor de unas manos que acarician
ya no hará surcos tan profundos en el alma.

Porque en los balcones de mi casa
ya no quedan macetas de geranios.

Porque ha muerto nuestra infancia,
y, a lo muerto, se tiende a venerarlo.

1 Comments:

Blogger indah dijo...

¡Caray! :) Mis geranios te están muy agradecidos (yo también), y es que ellos son así, y aunque inexistentes, parece mentira que necesiten tantos cuidados. Tantos, como el niño que fuimos y que -dice indah que te diga- siempre sigue viviendo en alguna parte de nosotros. Claro que es necesario permitirle que salga de su escondite, que nos mire, que nos interrogue, que nos haga ver nuestras equivocaciones e, incluso, que nos culpe por haberlo olvidado; y si fuera cierto que le hemos perdido en alguna parte del camino, pues, sólo -dice- hay que darse la vuelta, desandar y encontrarlo. Claro que ella es igual que los geranios, y, también, igual que los críos, un poquín traviesa :)

17/5/05, 20:47  

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